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AVITAL ALAJEM

También los miembros del Kibutz Holit, ubicado a 2.6 Km de la frontera con Gaza, se despertaron la mañana del 7.10 por el estruendo de los cohetes que perturbó el sueño de la gran mayoría de los habitantes de Israel en ese sábado maldito. Avital Alajem, residente del Kibutz, entró a la habitación segura, y seguidamente escuchó disparos de armas de fuego y gritos en árabe, comprendiendo que lo que más temía, había ocurrido: los terroristas habían penetrado al Kibutz. Los haverim, sumidos en una gran tensión, se mantuvieron en contacto a través de WhatsApp para estar informados sobre la situación. Avital estaba sola, por lo que vino a acompañarla uno de los vecinos para que pasaran juntos esos momentos de intenso terror

Mientras, en la casa de al lado, se encontraban Adi Kaplun, vecina de Avital, con sus dos hijos pequeños, Negev, de cuatro años y Eshel, de cuatro meses, ambas se mantuvieron en contacto hasta las 11:00 de la mañana, momento en que Adi envió su último mensaje y dejó de responder. Siete horas después de que comenzara el ataque, los terroristas llegaron a la casa. Avital y su vecino se escondieron en un armario, pero los terroristas detonaron la puerta de la habitación de seguridad y el vecino de Avital fue asesinado. Avital fue sacada del armario y, de repente, trajeron a la casa a los hijos de la vecina Adi: los pequeños Negev y Eshel, los tres fueron trasladados de un lugar a otro, con terroristas aterrorizándolos en todas partes, hasta que decidieron dirigirse hacia la Franja de Gaza y obligaron a Adi y a los niños a acompañarlos. En la marcha, Avital quedó horrorizada al presenciar la gran destrucción causada por los terroristas: escombros, sangre y las casas de sus vecinos reducidas a cenizas, durante ese tiempo, cuidó a los hijos de su vecina y, a pesar de las enormes dificultades, conservó la calma. Justo antes de adentrarse en una zona densamente poblada en la Franja de Gaza, los terroristas le hicieron señas a Avital, como un milagro revelado, indicándole que ella y los niños quedaban libres, aturdida y exhausta, Adi emprendió un largo camino de regreso a Israel, llevando en brazos al bebé Eshel y a Negev, quien se había lesionado la pierna. Los tres sobrevivieron, pero días después se supo que Adi, la madre de los niños pequeños, había sido brutalmente asesinada. 

La historia de Avital, Eshel y Negev ejemplifica dedicación a la vida y solidaridad vecinal, a pesar de las dificultades. Avital no se rindió con respecto a los hijos de su vecina y se cercioró de llevarlos a un lugar seguro.

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