
SHLOMO RON Z"L
El heroísmo se manifiesta en momentos inesperados y en individuos inesperados, en aquellos que se enfrentan al peligro o que actúan de manera inspiradora bajo presión. En ocasiones, el heroísmo se encarna en la fe: fe en las personas, en el lugar, en el país y en el estado. Así era Shlomo Ron Z"L, de 85 años. Shlomo fue parte de la generación fundadora del kibutz Nahal Oz, donde residió 65 años y crió a sus hijos.
Era un hombre humilde, dedicado al trabajo en el campo y en el taller de soldadura de la granja. Se mantuvo cercano a la tierra, arraigado, ferviente sionista que jamás se rindió.
No claudicó en los difíciles días de construcción en la década del 50, ni se quebrantó cuando los fedayines invadieron los campos intentando dañar a los agricultores del Negev occidental. Tampoco flaqueó durante la Guerra de los Seis Días, cuando defendió el kibutz del ejército egipcio, ni se dio por vencido en los enfrentamientos con Gaza, afrontando la amenaza constante de cohetes y túneles. A lo largo de todos esos años, Shlomo se aferró a su hogar, a la tierra, al kibutz que tanto amaba, sin renunciar a la idea de que algún día llegaría la paz. Y tampoco se rindió aquella mañana del 7 de octubre, cuando las sirenas no cesaban y los terroristas rodearon su hogar. Su esposa, sus dos hijas y su nieto, que estaban con él en la casa, se refugiaron en la habitación de seguridad. Mientras tanto, Shlomo salió al salón donde lo encontraron los terroristas. Pulverizaron la casa, entraron al hogar y asesinaron a Shlomo a sangre fría, sin percatarse de que, mientras tanto, el resto de la familia se resguardaba en la habitación segura. Otros terroristas que llegaron a la casa y vieron su cuerpo también creyeron que era un anciano que vivía solo y no buscaron a más personas. Así fue como se salvaron, sobreviviendo al horror.
La historia del heroísmo de Shlomo es un relato que encapsula la lucha de la generación fundadora del Estado de Israel, donde se destaca la valentía de resistir durante décadas ante amenazas y la capacidad de superarlas. Shlomo amaba profundamente el kibutz, a su familia y a su querida Hanale – demostrando su amor al proteger sus vidas y salvarlas.
